«En María de Nazaret está nuestra historia, la historia de la Iglesia inmersa en la humanidad común. Encarnándose en ella, el Dios de la vida, el Dios de la libertad ha vencido a la muerte. Sí, hoy contemplamos cómo Dios vence a la muerte, pero no sin nosotros. Suyo es el reino, pero nuestro es el “sí” a su amor que todo puede cambiar. En la cruz, Jesús pronunció libremente el “sí” que debía vaciar de poder a la muerte, esa muerte que aún se difunde cuando nuestras manos crucifican y nuestros corazones son prisioneros del miedo, de la desconfianza. En la cruz, venció la confianza; venció el amor, que es capaz de ver aquello que aún no llega; venció el perdón.
Y María
estaba; estaba allí, unida al Hijo. Hoy podemos intuir que María somos nosotros
cuando no huimos, somos nosotros cuando respondemos con nuestro “sí” a su “sí”.
En los mártires de nuestro tiempo, en los testigos de la fe y de la justicia,
de la mansedumbre y de la paz, ese “sí” sigue viviendo y sigue enfrentando a la
muerte. De ese modo, este día de alegría es un día que nos compromete a
decidir cómo y para quién vivimos».
Papa León XIV