Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.
Vea quien quisiere
rosas y jazmines,
que si yo te viere,
veré mil jardines:
flor de serafines,
Jesús Nazareno,
véante mis ojos,
muérame yo luego.
No quiero contento
mi Jesús ausente,
que todo es tormento
a quien esto siente;
sólo me sustente
tu amor y deseo,
véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.
Santa Teresa de Jesús e Isabel de Jesús
Pascua de Resurrección, 1571