pequeño

«Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;

no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;

sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;

como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre»

Salmo 131 (130)