«Levántate, pues, alma amiga de Cristo, y sé la paloma que labra su nido en los agujeros de la peña; sé el pájaro que encuentra su casa y no deja de guardarla; sé la tórtola que esconde los polluelos de su casto amor en aquella abertura sacratísima. Aplica a ella tus labios para que bebas el agua de las Fuentes del Salvador. Porque ésta es la Fuente que mana en medio del paraíso y, dividida en cuatro ríos que se derraman en los corazones amantes, riega y fecunda toda la tierra (…) Recrea con el Agua de este deseable torrente los resecos labios de los sedientos de Amor, para que con voz de regocijo y gratitud te cantemos himnos de alabanza, probando por experiencia que en Ti está la Fuente de la Vida y tu Luz nos hace ver la luz»
San Buenaventura