Iubilus de nomine Iesu

Dulce es el recuerdo de Jesús,
que trae la alegría verdadera al corazón;
pero su presencia es más dulce que la miel
y que todas las cosas.

No puede cantarse nada más suave
ni escucharse nada más agradable,
no puede pensarse nada más delicioso
que Jesús, el Hijo de Dios.

¡Oh, Jesús!, esperanza para los penitentes,
eres piadoso con los que te suplican
y bueno con los que te buscan,
¿Qué serás para los que te encuentran?

Ni la lengua puede decirlo
ni la pluma expresarlo;
solo quien lo ha experimentado
sabe lo que es amar a Jesús.

Cuando visitas nuestro corazón,
luce para él la verdad,
la vanidad del mundo pierde su valor
y dentro hierve la caridad.

¡Oh Jesús!, dulzura de los corazones,
fuente de lo verdadero,
luz de las mentes,
tú excedes todo gozo y todo deseo.

Jesús, honor de los ángeles,
dulce música para el oído,
miel maravillosa para la boca,
néctar celeste para el corazón.

Ya veo lo que busqué
y tengo lo que deseé,
porque mi corazón se abrasa
en el amor de Jesús.

San Bernardo de Claraval