«En José, el Señor encontró «un hombre según su Corazón» (1S 13,14), a quien pudo confiar con toda seguridad, el secreto más grande de su corazón. Le reveló «los secretos más profundos de su Sabiduría» (Sal. 50,8), le reveló maravillas que ningún príncipe de este mundo ha conocido; por fin, le otorgó ver «lo que tantos reyes y profetas desearon ver y no vieron», y oír lo que muchos desearon «oír y no oyeron» (Lc 10,24). Y no sólo verlo y oírlo, sino que llevarlo en sus brazos, conducirlo de la mano, estrecharlo sobre su corazón, abrazarlo, alimentarlo y protegerlo»
San Bernardo